Nuestra
siempre querida Lima, ha encerrado anécdotas que buenas o malas han caído bien
en el cariño de propios y extraños. Ricardo Palma padre de la Tradición Peruana
supo graficar en letras hechos muy peculiares de nuestra Lima de antaño y que
hicieron de ella una ciudad engreída y hermosa. Esa Lima engreída cobijaba
población de aristócratas, de clase media y popular, aristocracia integrada por
personas notables en la vida política, comercio, arte y destacadas
personalidades que vivían en sendas casonas de portones y aldabas, patios,
mamparas, cortinas, salones señoriales, balcones, jardines y enredaderas,
mucamas, cocineras y mayordomos. “Cual manojo de ensueño” era el cotidiano vivir
de la alta sociedad limeña. Los compromisos sociales
fueron centros de reunión de la época, el teatro, la hípica fueron también
centros de distracción en las que se lucían ostentosamente el poder y la
opulencia, muchas veces en provocativa rivalidad o competencia. Existían damas
de brillante personalidad, virtuosas, elegantes que fueron víctimas de las
observaciones malintencionadas de quienes sufrían enajenación de envidia y
chismería. También existieron damas por demás descuidadas y que su presencia
estaba vestida de apariencia, ellas pretendían competir en su medio con recursos
“cursis” que las llevaban de las manos a la HUACHAFERÍA (término por demás muy
limeño que imaginaba un grotesco ridículo o presumido remedo).
Hoy, aún
encontramos rezagos de la huachafería en cadena, he tomado el guante como reto
porque se hace necesario decir hasta el infundado comentario sobre el “mal” uso
de la palabra negroide. Nuestra recordada Chabuca Granda comentaba que dicho
término era despectivo para identificar las canciones, música o danzas de raíces
afro. Comparaba con el desde luego mal uso de “serranoide” al citarse a la gente de la Sierra, en este caso se
estaría asociando a la idea de lo geográfico (con el hombre de los Andes y no de
la raza). Lo triste está (y he aquí la huachafería) que muchos criollos
compositores, maestros, locutores, redactores, etc. fueron brillantes discípulos
de este distraído concepto y han seguido divulgándolo con extravagante
“maestría”.
La palabra
Negroide según la Real Academia de la Lengua Española significa además adjetivo
que presenta algunos de los caracteres de la raza negra o de su cultura (las
palabra Caucasoide y Mongoloide no son precisamente sinónimos del que hacer,
caracteres o culturas de ambas razas, se trata de simplemente de términos de uso
antropológico).
Negroide, es
la palabra legítima y propicia que expresa el que hacer de la raza negra
(costumbres, cultura, idiosincrasia) y sobretodo las características físicas de
la raza negra.
Hace unos
años visitó Lima el Teatro Negro de Praga que presentó el escenario totalmente de negro y que con juego de luces exhibió un
exquisito gusto de efectos coloridos que vistió deslumbrante escenografía, pues
se trataba del color negro no así de raza. También puedo hablar sobre la magia
negra, por tanto hablar de poesía negra tal vez se entienda como inspiración
cruel o funesta, Nicomedes Santa Cruz supo definir al respecto y en cuanto a su
negrismo formal “Aquello (haberle llamado poeta negro) debe ser por mi color. Yo
lo que soy es poeta, y además negro. No poeta negro”. Hablar de Danza Negra tal
vez exprese rito de superstición o brujería, sin embargo e insistiendo remataré
mi concepto sobe la manifestación artística-costumbrita-cultural de la raza
negra como CANCIÓN NEGROIDE, DANZA NEGROIDE, FOLKLORE NEGROIDE, CULTURA
NEGROIDE.
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