sábado, 7 de abril de 2012

El Negroide

Nuestra siempre querida Lima, ha encerrado anécdotas que buenas o malas han caído bien en el cariño de propios y extraños. Ricardo Palma padre de la Tradición Peruana supo graficar en letras hechos muy peculiares de nuestra Lima de antaño y que hicieron de ella una ciudad engreída y hermosa. Esa Lima engreída cobijaba población de aristócratas, de clase media y popular, aristocracia integrada por personas notables en la vida política, comercio, arte y destacadas personalidades que vivían en sendas casonas de portones y aldabas, patios, mamparas, cortinas, salones señoriales, balcones, jardines y enredaderas, mucamas, cocineras y mayordomos. “Cual manojo de ensueño” era el cotidiano vivir de la alta sociedad limeña. Los compromisos sociales fueron centros de reunión de la época, el teatro, la hípica fueron también centros de distracción en las que se lucían ostentosamente el poder y la opulencia, muchas veces en provocativa rivalidad o competencia. Existían damas de brillante personalidad, virtuosas, elegantes que fueron víctimas de las observaciones malintencionadas de quienes sufrían enajenación de envidia y chismería. También existieron damas por demás descuidadas y que su presencia estaba vestida de apariencia, ellas pretendían competir en su medio con recursos “cursis” que las llevaban de las manos a la HUACHAFERÍA (término por demás muy limeño que imaginaba un grotesco ridículo o presumido remedo).

Hoy, aún encontramos rezagos de la huachafería en cadena, he tomado el guante como reto porque se hace necesario decir hasta el infundado comentario sobre el “mal” uso de la palabra negroide. Nuestra recordada Chabuca Granda comentaba que dicho término era despectivo para identificar las canciones, música o danzas de raíces afro. Comparaba con el desde luego mal uso de “serranoide” al citarse a la gente de la Sierra, en este caso se estaría asociando a la idea de lo geográfico (con el hombre de los Andes y no de la raza). Lo triste está (y he aquí la huachafería) que muchos criollos compositores, maestros, locutores, redactores, etc. fueron brillantes discípulos de este distraído concepto y han seguido divulgándolo con extravagante “maestría”.

La palabra Negroide según la Real Academia de la Lengua Española significa además adjetivo que presenta algunos de los caracteres de la raza negra o de su cultura (las palabra Caucasoide y Mongoloide no son precisamente sinónimos del que hacer, caracteres o culturas de ambas razas, se trata de simplemente de términos de uso antropológico).

Negroide, es la palabra legítima y propicia que expresa el que hacer de la raza negra (costumbres, cultura, idiosincrasia) y sobretodo las características físicas de la raza negra.

Hace unos años visitó Lima el Teatro Negro de Praga que presentó el escenario totalmente de negro y que con juego de luces exhibió un exquisito gusto de efectos coloridos que vistió deslumbrante escenografía, pues se trataba del color negro no así de raza. También puedo hablar sobre la magia negra, por tanto hablar de poesía negra tal vez se entienda como inspiración cruel o funesta, Nicomedes Santa Cruz supo definir al respecto y en cuanto a su negrismo formal “Aquello (haberle llamado poeta negro) debe ser por mi color. Yo lo que soy es poeta, y además negro. No poeta negro”. Hablar de Danza Negra tal vez exprese rito de superstición o brujería, sin embargo e insistiendo remataré mi concepto sobe la manifestación artística-costumbrita-cultural de la raza negra como CANCIÓN NEGROIDE, DANZA NEGROIDE, FOLKLORE NEGROIDE, CULTURA NEGROIDE.


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